Antropogénesis: El Origen del Ser Humano, Etapas y Evidencias | Biología 2025

Nuestro Viaje: El Origen Humano o Antropogénesis

Nuestro Origen: La Antropogénesis

Un Viaje Impresionante a Través de Nuestra Propia Historia Evolutiva

Por José Romani

1. Una Pequeña Introducción

Si aceptar la evolución de organismos increíblemente complejos, partiendo de simples células, ya fue una verdadera revolución en cómo pensamos, ¡imagínate la evolución del ser humano! Eso sí que requirió que ajustáramos aún más nuestras ideas. La teoría de la evolución no solo dejó de lado lo sobrenatural, sino que nos mostró un proceso natural y objetivo, donde la propia naturaleza cobró conciencia de sí misma: nosotros, los seres humanos. Es importante que sepas que el hombre no viene de un simio antropoide actual, como los que vemos hoy. Esos simios están muy especializados, con cambios en sus brazos y tórax por haberse adaptado a trepar y columpiarse. Para encontrar a nuestros antepasados, tenemos que retroceder bastante en el tiempo, buscando un simio mucho más primitivo y menos especializado. Nosotros, y nuestros ancestros, no nos quedamos atrapados en una sola especialización, y eso nos permitió evolucionar poco a poco, alcanzando niveles de complejidad cada vez mayores. Otra creencia errónea que a veces vemos es la idea de una scala naturae, como si todos los organismos se pudieran organizar en una línea continua, del más simple al más complejo, siendo el hombre la cúspide. ¡No caigamos en ese error! Tampoco debemos pensar que nuestros ancestros con cerebros más pequeños eran inferiores a nosotros. Esos homínidos lograron un gran éxito evolutivo; estaban perfectamente adaptados a sus entornos y sobrevivieron por millones de años. Por eso, los diferentes fósiles de homínidos que se han encontrado no deben verse como una secuencia lineal sin interrupciones.

Un malentendido común sobre la evolución es decir que venimos del mono: la verdad es que los humanos y los monos compartimos un antepasado en común.

Finalmente, a menudo se nos identifica como seres agresivos y competitivos por naturaleza. ¡Pero es todo lo contrario! El ser humano es, en esencia, un animal cooperativo, y las presiones sociales que a veces nos llevan a actuar de otra forma en realidad nos degradan. Hoy en día, el principal motor de nuestra evolución ya no es biológico; ahora es algo cultural, tecnológico y organizativo. Y lo más fascinante es que somos nosotros mismos quienes constantemente lo planificamos y definimos. Así que, no podemos vernos solo como un "animal racional": si el pensamiento domina sobre la acción, caemos en una idea injusta que viene de sociedades antiguas. Nuestra verdadera esencia no es algo abstracto que cada uno tiene; es, en realidad, el conjunto de nuestras relaciones sociales. Nuestra base es, por supuesto, biológica y fisiológica, pero hemos superado esas categorías. Con nosotros, la naturaleza se ha superado a sí misma.

2. Cómo Evolucionaron Nuestros Parientes, los Primates

Estos mamíferos tempranos fueron un elemento secundario en la vida de la Tierra por casi 150 millones de años, antes de diversificarse rápidamente durante la era Cenozoica (desde hace 66 millones de años hasta ahora). Nuestros parientes, los primates, surgieron hace aproximadamente 60 millones de años en los bosques tropicales del Paleoceno. Aquellos primeros primates eran criaturas que recordaban a pequeñas musarañas, perteneciendo a diversos tipos de prosimios lemuroides y tarsioides. De ellos evolucionaron los simios. El ancestro de los simios, por lo tanto, era menos especializado que los lémures o tarseros que existen hoy. Tenían un apetito voraz y buscaban alimento por la noche: huevos, insectos, semillas y brotes bajos los árboles. Con sus hocicos alargados y un excelente olfato, detectaban tanto comida como depredadores. Sus garras les permitían subir lentamente por troncos y ramas.

Recuerda que los mamíferos aparecieron a partir de unos reptiles mamiferoides llamados terápsidos hace más de 200 millones de años, durante la era Mesozoica.

Los fósiles nos indican que los primeros primates con características similares a las actuales aparecieron en el Eoceno inferior, hace unos 56 millones de años. Estos primates primitivos ya tenían dedos con uñas y los ojos algo dirigidos hacia el frente. Desarrollaron varias adaptaciones novedosas que les permitieron vivir en los árboles. Una de las características más importantes de los primates es que en cada extremidad tenemos cinco dedos extraordinariamente flexibles: cuatro dedos laterales y uno parcial o totalmente oponible (el pulgar de la mano, y en muchos primates también el del pie). Un pulgar oponible al resto de los dedos nos permite a los primates sujetar objetos, como las ramas de los árboles, con muchísima precisión. Las uñas, en lugar de garras, protegen las puntas de los dedos, y las yemas carnosas de nuestros dedos son muy sensibles al tacto.

Otra característica arbórea son nuestras extremidades largas y delgadas que giran libremente en caderas y hombros. Esto nos da a los primates una gran movilidad para trepar y buscar comida en las copas de los árboles. La posición de los ojos en la parte frontal de la cabeza permite a los primates ver simultáneamente con ambos ojos; esto nos da visión estereoscópica tridimensional, lo que es clave para calcular distancias y profundidades. ¡Imagina lo esencial que es esto para los animales que viven en los árboles y saltan de rama en rama! Un error en la percepción de la profundidad podría ser fatal. Además de la vista, nuestro oído también es agudo. Los primates compartimos otras características, como un tamaño cerebral relativamente grande. Se ha sugerido que nuestra agudísima visión y mayor agilidad favorecieron el desarrollo de cerebros más grandes. Generalmente, los primates somos animales muy sociales e inteligentes que maduramos sexualmente algo tarde. Nuestras vidas son largas. Las hembras suelen tener una sola cría por parto, y esta cría está indefensa y necesita un largo periodo de cuidado y protección.

El orden primates se divide en tres grupos principales: prosimios (que incluyen lémures, gálagos y loris), tarsiformes (como los tarseros) y antropoideos (donde encontramos a los monos, hominoides y, por supuesto, a nosotros, los seres humanos). Una de las mayores diferencias entre antropoides y otros primates es el tamaño de sus cerebros. El cerebro, especialmente, está más desarrollado en los monos, los simios y los humanos; en nosotros, es el centro del aprendizaje, el movimiento voluntario y la interpretación de todo lo que percibimos. En general, dentro de los antropoideos, el grupo de los monos es diurno y vive en los árboles. Su dieta principal suele ser frutas y hojas; otros elementos secundarios son semillas duras y blandas, brotes de ramas, insectos, arañas, huevos de aves e incluso pequeños vertebrados. Los dos grandes grupos de monos, los del Nuevo Mundo y los del Viejo Mundo, se llaman así por el hemisferio donde se diversificaron. Ambos han evolucionado de forma independiente durante millones de años.

Társido

Un Társido. Los primeros primates eran similares a estos prosimios lemuroides y tarsioides.

El grupo de los hominoides clásicamente se dividía en cuatro familias: proconsulidae (los extintos procónsules); los hilobátidos (gibones); los póngidos (orangután, gorila, chimpancé y bonobo); y los homínidos (géneros Australopithecus, Paranthropus y Homo). Sin embargo, tengo que advertirte que los avances en genética y cladística han dejado estas divisiones un poco obsoletas. A los grandes simios, si excluimos al ser humano, se les solía llamar antropomorfos (anthropos, 'hombre'; morphos, 'forma') o antropoides (anthropos, 'hombre'; oides, 'similar a'), pero en realidad, no hay nada científico que justifique crear un grupo solo para los grandes simios y otro para nosotros, los humanos.

¿Sabías que los fósiles más antiguos con características de homínidos se encontraron en Kenia, África?

El Procónsul, por ejemplo, apareció hace unos 20 millones de años. Tenía un cerebro más grande que el de los monos, una dieta basada en frutas y dientes parecidos a los hominoides actuales, pero con un cuerpo de mono. Al menos otras treinta especies de hominoides primitivos vivieron en el Mioceno, pero la mayoría se extinguieron y no son nuestros ancestros comunes, ni los de los simios modernos. A medida que el clima se volvió más frío y seco, el territorio de estos primeros hominoides se redujo. Sus cuerpos estaban muy adaptados para balancearse por las ramas de los árboles, aunque también hay pruebas de que algunos pudieron haber bajado de las copas al suelo a medida que los densos bosques se hicieron más abiertos. Como dijo Engels en su importante obra El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre: "...la mano no es solo el órgano del trabajo; también es producto de él". Las pruebas moleculares nos muestran una relación muy estrecha entre los humanos y los grandes simios, especialmente con los chimpancés. ¡La secuencia de aminoácidos en la hemoglobina del chimpancé es idéntica a la nuestra! Las del gorila y el mono macaco Rhesus difieren de la humana en 2 y 15 aminoácidos, respectivamente. Los análisis de ADN indican que los chimpancés son nuestros parientes vivos más cercanos entre todos los simios. Las pruebas moleculares sugieren que los orangutanes se separaron de las líneas de gorilas, chimpancés y homínidos hace unos 8 millones de años, mientras que nuestras líneas (chimpancés y homínidos) probablemente se separaron hace unos 6 millones de años.

Cráneo de Procónsul

El Procónsul tenía rasgos hominoides, como la ausencia de cola, pero conservaba algunos más primitivos.

3. La Fascinante Evolución de Nuestros Antepasados: Los Homínidos

Los primeros homínidos adoptaron la postura bípeda (es decir, caminar sobre dos pies) antes de que sus cerebros aumentaran de tamaño. Si comparamos nuestros huesos con los de los simios, notamos claras diferencias que reflejan nuestra capacidad de mantenernos erguidos y andar sobre dos pies. Estas diferencias también nos hablan del cambio de hábitat de los homínidos primitivos: pasaron de vivir en los árboles a pasar tiempo en el suelo, al menos parcialmente. La curvatura de nuestra columna vertebral nos da un mejor equilibrio y distribuye el peso de manera óptima para caminar erguidos. Nuestra pelvis es más corta y redondeada que la de los simios, lo que permite una mejor inserción de los músculos que usamos para la marcha erguida. El orificio en la base del cráneo por donde pasa la médula espinal, llamado agujero occipital o foramen magnum, en los simios está en la parte trasera del cráneo, mientras que en nosotros está centrado en la base. Esto coloca nuestra cabeza en la posición adecuada para caminar erguidos. Un aumento en la longitud de nuestras piernas en relación con los brazos y la alineación del dedo pulgar con los demás dedos del pie nos adaptaron aún mejor para el bipedalismo.

Otra tendencia crucial en la evolución de los homínidos fue el aumento del tamaño cerebral en proporción al tamaño del cuerpo. Aunque Homo sapiens es la única especie actual de homínidos, a lo largo de los últimos 4 millones de años coexistieron varias especies. Nuestra historia como homínidos comenzó en África, específicamente en las regiones de Etiopía y Kenia, donde se han hallado la mayoría de los fósiles.

Cráneo de Australopithecus afarensis

Un cráneo de Australopithecus afarensis. Uno de sus fósiles, descubierto en Etiopía en 1974, fue apodado "Lucy". Es probable que haya surgido del Australopithecus anamensis.

Cráneo de Sahelanthropus tchadensis

El cráneo de Sahelanthropus tchadensis. Este hallazgo es importantísimo porque nos demuestra que los homínidos primitivos tenían una variación y una extensión en África mucho mayor de lo que imaginábamos.

Homínido Millones de años Rasgos Destacados
Sahelanthropus tchadensis 6 - 7 Con una capacidad cerebral similar a la de un chimpancé, su cara y dientes ya muestran muchas de las características de nuestros ancestros humanos con cerebros más grandes.
Orrorin tugenensis 6 Descubierto en 2001. ¡Hay indicios de que pudo haber sido bípedo y haber caminado erguido!
Ardipithecus 5 La forma de su pulgar ya nos dice que caminaba erguido.
Australopithecus anamensis 4.2 - 3.9 Al comparar el tamaño del cuerpo y los caninos de machos y hembras, vemos un claro dimorfismo sexual. Sus molares y mandíbulas eran más grandes que los de los chimpancés actuales, mientras que los incisivos eran más pequeños, pareciéndose más a los de homínidos posteriores. La tibia nos dice que tenía una postura erguida y era bípedo, aunque también pudo haber subido a los árboles en busca de alimento.
Australopithecus afarensis 3.2 En hallazgos similares, se encontró un cráneo con un cerebro relativamente pequeño, un borde supraorbitario pronunciado, un mentón saliente y grandes dientes caninos. Es probable que no fabricara herramientas ni usara fuego.
Australopithecus africanus 3 Este homínido caminaba erguido, y sus manos y dientes eran innegablemente humanoides. Al igual que el Australopithecus afarensis, tenía un cerebro pequeño, más parecido al de sus ancestros primates que al nuestro.
Australopithecus "robustus" 2.5 Este grupo incluye a Australopithecus robustus, A. aethiopicus y A. boisei. Eran más grandes que el A. africanus y tenían molares enormes, mandíbulas muy poderosas, cerebros relativamente pequeños y una cresta craneal. La mayoría de las hembras no tenían esta cresta y sus mandíbulas eran bastante más pequeñas, otro ejemplo de dimorfismo sexual en los primeros homínidos. Sus dientes y mandíbulas sugieren una dieta de raíces duras y tubérculos, ¡lo que requeriría una trituración muy potente!

4. La Evolución de Nuestro Propio Género: Homo

a. Homo habilis: El Habilidoso

Homo habilis es el primer homínido que presenta suficientes características exclusivas nuestras como para ser clasificado en el mismo género que nosotros, el hombre moderno. El descubrimiento de esta especie lo debemos a Mary y Louis Leakey, quienes encontraron los fósiles en Tanzania, África, entre 1962 y 1964. Cuando lo descubrieron, se le consideró la especie más antigua del género Homo, un puesto que luego ocupó el H. rudolfensis. Era un homínido pequeño con un cerebro más grande y premolares y molares más pequeños que los australopitecinos. En los lugares donde se han encontrado restos de Homo habilis, también hay herramientas primitivas: rocas a las que se les hacían muescas y cortes golpeándolas para producir bordes afilados para cortar y raspar. Los científicos concluyeron que era capaz de sujetar con precisión para fabricar utensilios de piedra; probablemente era un carnívoro oportunista. Observamos en ellos un aumento significativo en el tamaño cerebral en comparación con el Australopithecus, estimado entre 510 cm³ y 600 cm³.

Cráneo de Homo habilis

Homo habilis es un homínido que vivió hace entre 2.3 millones y 1.4 millones de años.

b. Homo erectus: El Caminante Erguido

Es probable que cuando nuestros ancestros vivían en selvas, alimentándose de frutas, bayas y hojas (ricos en vitamina C), pudieran haber perdido la capacidad metabólica de sintetizar esa vitamina, algo que la mayoría de los animales sí pueden hacer; antes, incluso, parece que ya habían perdido la habilidad de digerir la celulosa. Estas pérdidas durante la evolución tuvieron consecuencias sutiles pero importantes: cuando las selvas originales se redujeron o, por el aumento de la población, se llenaron demasiado, los primeros homínidos se vieron obligados a recorrer grandes distancias y migrar para encontrar nuevas fuentes de alimento. Datos recientes sugieren que Homo habilis y Homo erectus convivieron en los mismos territorios durante al menos 500 000 años. Al principio, no debió haber grandes conflictos entre ambas especies, sin embargo, el crecimiento de la población del Homo erectus probablemente llevó a una lucha por los recursos, de la que el Homo erectus salió victorioso.

Homo erectus habitó el este de Asia (China, Indonesia). En África se han encontrado fósiles similares que a menudo se clasifican en otra especie, Homo ergaster. También en Europa se han clasificado diversos restos fósiles como Homo erectus, aunque la tendencia actual es reservar el nombre Homo erectus solo para los fósiles asiáticos. El hombre de Pekín y el de Java, descubiertos en Asia, son ejemplos posteriores de Homo erectus. Dubois, entre 1891 y 1892, creyó encontrar el "eslabón perdido" que había propuesto Ernst Haeckel, al descubrir algunos dientes sueltos, una calota craneal y un fémur. Publicó estos hallazgos con el nombre de Pithecanthropus erectus (hombre-mono erguido) en 1894, pero fue más conocido popularmente como "El hombre de Java". No fue sino hasta 1940 cuando Mayr atribuyó todos estos restos a nuestro género, Homo. El cerebro del Homo erectus creció progresivamente a lo largo de su existencia. Los primeros restos encontrados del hombre de Java muestran una capacidad craneal de 850 cm³, mientras que los hallados después llegan a los 1100 cm³. Su cráneo, aunque más grande, no presentaba características del todo modernas, ya que conservaba los grandes bordes supraorbitarios y la cara proyectada hacia adelante, rasgos típicos de los simios que fueron sus ancestros. Probablemente era un cleptoparásito (robaba carroña, que le proporcionaba proteínas y grasas de buena calidad) y complementaba su dieta con vegetales. El aumento de sus facultades mentales, ligado al crecimiento cerebral, permitió a estos primeros seres humanos fabricar herramientas de piedra más avanzadas: hachas de mano y otros instrumentos que se cree que eran punzones y raspadores. Como sugiere Engels en su importante obra El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre: "...la mano no es solo el órgano del trabajo; también es producto de él". El Homo ergaster podría ser el ancestro directo de seres humanos posteriores, mientras que el Homo erectus quizás fue un "callejón sin salida" evolutivo.

Cráneo de Homo erectus

Homo erectus es un homínido que data de hace 1.7 millones a 300 000 años.

c. Homo sapiens arcaico: Nuestros Predecesores Cercanos

El Homo sapiens arcaico, o como me gusta llamarlos, los humanos arcaicos o presapiens, son descendientes directos del Homo ergaster. Tenían un tamaño cerebral parecido al nuestro, aunque con algunas características más antiguas, y ¡ya contaban con un lenguaje humano! Su cultura era rica y diversa (con tradiciones aprendidas), incluyendo la producción de todo tipo de herramientas y objetos con valor simbólico y ceremonial. En este grupo de humanos arcaicos consideramos a: Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo rhodesiensis y Homo neanderthalensis. El Homo antecessor es un presapiens que consideramos la especie homínida más antigua de Europa y el probable ancestro de la línea que dio origen a Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis. Vivió hace unos 800 000 años. La forma de su cara es parecida a la nuestra, la del Homo sapiens, con una capacidad craneal estimada, a partir de un fragmento de hueso frontal, superior a los 1000 cm³ y con menos circunvoluciones cerebrales. La mayoría de estos individuos medían entre 160 y 185 centímetros, con un peso de entre 60 y 90 kilogramos. El Homo heidelbergensis es un presapiens que apareció hace más de 600 000 años y persistió al menos hasta hace 250 000 años. Eran individuos altos (180 cm de estatura) y muy fuertes (¡podían pesar hasta 105 kg!), con una capacidad craneal de 1350 cm³, más aplanados que nosotros, con mandíbulas sobresalientes y una gran abertura nasal. Es un antepasado directo del hombre de Neandertal en Europa; aun cuando es muy similar a los Homo sapiens arcaicos que se encontraron en África. Hoy sabemos que el Homo heidelbergensis no fue un antepasado directo nuestro. Se evidencia un predominio de la dieta carnívora, con claras pruebas de caza. El Homo rhodesiensis es un presapiens que se encontró en 1921 en Zambia (la antigua Rhodesia del Norte). Se cree que vivió solo en África, desde hace 600 000 hasta 160 000 años. Este es probablemente nuestro antepasado directo y, evolutivamente hablando, está más cerca de nosotros que del Homo neanderthalensis. Su capacidad craneana oscilaba entre 1250 y 1350 cm³, con una estatura promedio de 180 cm, una cara alargada y grande, pómulos marcados, una gran dentadura y una frente algo huidiza. Fue la primera especie capaz de fabricar herramientas más complejas. Por lo tanto, ¡hablamos de un pensamiento capaz de manejar ideas, de jugar con ellas, quizás incluso más que el Neandertal!

Cráneo de Homo rhodesiensis

Cráneo del Homo rhodesiensis.

d. Homo neanderthalensis: El Neandertal

Homo neanderthalensis es un presapiens que vivió desde hace 230 000 años hasta hace unos 30 000 años. Estaba muy extendido en Europa y Asia occidental. Eran de estatura baja y complexión robusta. Su rostro sobresalía un poco, su mentón y su frente eran menos pronunciados, los bordes de sus cejas y la mandíbula eran prominentes, y su cerebro y dientes eran más grandes que los nuestros. Tenían grandes cavidades nasales y pómulos menos marcados. Se piensa que estas cavidades nasales proporcionaban una mayor superficie, permitiéndoles calentar mejor el aire frío de la Eurasia glacial al pasar de la cabeza a los pulmones.

Cráneo de Homo neanderthalensis

Cráneo de Homo neanderthalensis.

e. Diferencias y su Extinción

Consideramos que Homo neanderthalensis y Homo sapiens son especies distintas debido, entre otras cosas, a sus diferencias anatómicas y de ADN. La existencia de esqueletos de individuos mayores o con fracturas que habían sanado nos demuestra que cuidaban de los viejos y los enfermos, lo que es un claro indicador de una cooperación social avanzada. Tenían sus propios rituales y enterraban a sus muertos. Se ha extraído y analizado el ADN mitocondrial de siete neandertales y se ha descubierto que su secuencia difiere significativamente de la nuestra, la de los humanos modernos. Estos resultados nos sugieren que los neandertales fueron un "callejón sin salida" evolutivo, que no se mezclaron significativamente con nosotros, el Homo sapiens. La nomenclatura trinomial de Homo sapiens neanderthalensis para designar a este tipo de presapiens ya está obsoleta. Se usaba cuando al neandertal se le consideraba una subespecie nuestra, a la que llamábamos Homo sapiens sapiens. Pero desde que se demostró que los neandertales y los humanos modernos somos especies biológicas distintas, hemos estado usando los términos Homo sapiens y Homo neanderthalensis.

El Homo floresiensis, o hombre de Flores, es una especie que vivió desde hace 74 000 años ¡hasta hace tan solo 13 000 años! Habitó la isla indonesia de Flores. Es muy especial por el pequeño tamaño de su cuerpo (apenas 1 metro de altura) y su cerebro, y por su reciente desaparición, ya que coexistió con nosotros, los Homo sapiens. En 2003 y 2004, se descubrieron esqueletos y pequeñas herramientas de piedra, lo que sugiere que su tamaño reducido fue consecuencia de los limitados recursos alimentarios en la Isla de las Flores. Se cree que el Homo erectus, su antecesor inmediato, llegó a la isla de Flores hace 500 000 años y sufrió fuertes cambios, debido a una especiación alopátrica, un proceso que también ocurrió en otras especies de la isla como los elefantes enanos (Stegodon) y las ratas gigantes (Papagomys).

5. Nosotros: Homo sapiens

Homo sapiens (del latín homo, 'hombre', y sapiens, 'sabio') es nuestra especie, la única especie homínida que sigue viva. ¡Nacimos hace unos 195 000 años! A los primeros Homo sapiens se les denomina humanos premodernos. La similitud que se observa está en el esqueleto del cuerpo y en la cavidad craneal, pero esa similitud no es total, ya que el rostro aún conserva características antiguas, como los arcos superciliares (esas cejas grandes) y el prognatismo maxilar (la proyección de la boca), aunque menos desarrollados que en los neandertales. Dentro de este grupo consideramos los restos de Florisbad en Sudáfrica (260 000 años), el hombre de Herto en Etiopía (160 000 años), los de Jebel Irhoud en Marruecos (160 000 años) y los de Skhul/Qafzeh al norte de Israel (100 000 años).

Cerebro humano

Nosotros, los humanos, somos animales sociales capaces de crear, transmitir y aprender conceptos ¡totalmente abstractos!

Los Homo sapiens considerados modernos se fechan a partir de los restos más antiguos Omo I, llamados hombres de Kibish, encontrados en Etiopía con 195 000 años, y restos en las cuevas del río Klasies en Sudáfrica con 125 000 años y con indicios de una conducta más moderna. Basándonos en datos de antropología molecular, utilizando ADN mitocondrial y ADN del cromosoma Y, nuestros ancestros comunes, los de todos los humanos, fueron probablemente los primitivos Khoisans, un grupo del sur de África.

Actualmente, se han planteado dos grandes hipótesis para explicar cómo surgió el Homo sapiens: la hipótesis africana y la hipótesis multirregional. La hipótesis africana sostiene que el Homo sapiens evolucionó del Homo erectus en África, hace más o menos 200 000 años, y luego migró a Europa y Asia, reemplazando a los Neandertales y a otras especies de nuestro género Homo que vivían en esas zonas. Según la hipótesis multirregional, en cambio, el hombre moderno se originó por evolución independiente en varias partes de África, Asia y Europa a partir de las poblaciones de Homo erectus que ya estaban allí. Los descubrimientos de fósiles recientes y los análisis moleculares respaldan la hipótesis africana como la principal explicación de cómo surgimos los humanos modernos. Los nuevos datos incluyen el hallazgo de restos fosilizados de los primeros Homo sapiens modernos en África, datados sin margen de error en 195 000 años. No se han encontrado en Europa ni en Asia fósiles de edades similares. Los fósiles más antiguos de Homo sapiens anatómicamente moderno en Europa y de la mayor parte de Asia datan de hace 45 000 a 40 000 años. Egipto e Israel son una excepción, ya que allí se han encontrado fósiles de Homo sapiens de 110 000 años de antigüedad.

Ruta Sapiens

Nuestra Ruta Sapiens: un mapa de cómo nos dispersamos por el mundo desde África.

El Homo sapiens parece ser una criatura bastante vulnerable, y la única solución evolutiva que hemos tenido para eso es nuestro complejísimo sistema nervioso central. Se ha sugerido que nuestra cefalización (el aumento del tamaño cerebral) creció paralelamente al incremento del consumo de carne, aunque esta idea no concuerda con el grado de cefalización que vemos en los animales carnívoros. Nuestra habilidad para digerir alimentos con alto contenido de almidón podría explicar el éxito del Homo sapiens en todo el planeta. Es casi seguro que estos primeros Homo sapiens eran melanodérmicos, es decir, de piel oscura. Esto se debe a que las personas con piel oscura están perfectamente adaptadas a la alta exposición solar de las zonas intertropicales de la Tierra. La piel oscura, gracias a la melanina, nos protege de las radiaciones ultravioleta y nos permite metabolizar un nutriente llamado folato, ¡indispensable para el desarrollo del embrión y del feto! Sin embargo, a medida que las poblaciones humanas migraron a latitudes más allá de los 45° (tanto al norte como al sur), la melanina fue menos necesaria. Más aún, cerca de los 50° de latitud, la casi total ausencia de este pigmento en la piel, el cabello y los ojos ha sido una adaptación para captar más radiaciones ultravioleta, que son relativamente escasas en esas latitudes, lo cual posibilita una mayor metabolización de vitamina D a partir de ellas.

Nosotros, los Homo sapiens, carecemos de esos grandes bordes supraorbitarios y tenemos un mentón bien definido. Hace unos 30 000 años, éramos los únicos miembros de nuestro género Homo que quedaban, después de la extinción del Homo neanderthalensis hace 25 000 años y del Homo floresiensis hace unos 12 000 años. A las antiguas poblaciones europeas se les conoce como hombres de Cromañón. Sus armas y herramientas eran complejas y a menudo las hacían con materiales diferentes a la piedra, como hueso, marfil y madera. Desarrollaron el arte, quizás con fines rituales, como la pintura en cuevas, el tallado y la escultura. Sus obras de arte nos indican que pudieron haber tenido un lenguaje para transmitir su cultura a las siguientes generaciones. Y así, con nosotros, surge un elemento nuevo: la sociedad.

Arte rupestre de Altamira

Arte rupestre de las cuevas de Altamira en España, que nos muestran las expresiones culturales de los Cromañón.

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